Obra maestra de Quirós, El Perro ladrando a la luna (1935) es una pieza clave en la historia de la pintura en Cantabria del siglo XX. Es una obra punto de encuentro entre pintor y poeta, que tiene su razón de ser en la figura y obra de García Lorca.
El lienzo reúne tres elementos principales: el color verde, la luna y el perro, y dos complementarios: la mar y la soledad. El valor simbólico del verde en Lorca, con perpetua presencia en su poesía, la relación poética de lo verde que enlaza con la luna y la mar.
En Lorca, luna y muerte son sinónimos, máxime al vincularlo a los verdes, a algo que se magnifica con la incorporación de la mar al paisaje lunar, tomada la mar como espejo de muerte. Estos simbolismos aparecen con constancia en multitud de poemas del granadino.
Queda por encajar la pequeña caseta y el perro. La caseta es un elemento más, en realidad se trata de una de las casetas aduaneras de los entonces llamados carabineros santanderinos, hoy desaparecidos. Quizás esté ligado a alguna intencionalidad de vigilancia, de un cuerpo presente del sistema contra la absoluta libertad. Y el estilizado galgo, que aúlla o ladra a la luna, es una posible confrontación de efectiva impotencia, ante la clara desventaja del animal frente al satélite que todo lo alcanza con su luz y presencia.
Perro ladrando a la luna es como un espejo premonitorio de muerte que puede ser autobiográfico o biográfico. Es posible que se trate del miedo de Quirós hacia lo que se avecinaba, revelación que se adelanta al estallido de la Guerra Civil española o a la posible persecución que sentía iba a sufrir como consecuencia de su postura ideológica. Y podría ser biográfica relativo a Lorca y/o su obra.