
Las aguas termales han estado presentes en la historia de esta villa desde la época de los romanos, cuando era conocida como Aquis Celenis. Antiguamente, el pueblo cileno y el romano asociaban las propiedades curativas de las aguas a un dios, en este caso a Edovio, que significa “el que calienta”.
Además, se encontraron dos aras votivas en las inmediaciones del casco antiguo de Caldas de Reis. La primera fue hallada en 1798, durante la construcción del Balneario Dávila, y fue utilizada como tapa de alcantarilla por no saber el gran descubrimiento que suponía. Fue redescubierta y en 1909 desapareció. La segunda se encontró en 2009, cuando se realizaba una obra pública en el muro de una vivienda de más de 130 años.
En la actualidad cuenta con una fuente pública de dos caños construida por el Ayuntamiento en 1881, de la que mana agua a unos 50 ºC. También hay dos balnearios, uno en cada orilla del río Umia, en pleno núcleo urbano: el Balneario Acuña, una muestra de la arquitectura gallega de principios del siglo XX, y el Balneario Dávila, que cuenta con un hermosísimo cañaveral de bambú, único en su género.
Con respecto a Caldas de Reis, el nombre actual tiene su origen en el siglo XII, cuando Doña Urraca poseía allí una torre defensiva en la que pasaba largas temporadas con su hijo Alfonso VII, rey de Galicia, León y Castilla. Así pasó a denominarse Caldas de Rex y a ser villa de abolengo.