
Antes de que Catoira se hiciera famosa por las romerías vikingas que cada mes de agosto recrean la llegada y la batalla contra los nórdicos junto a las Torres de Oeste, sus aguas posiblemente recibieron la visita de los romanos.
La villa pontevedresa contaba a principios del siglo XX con un afamado balneario y hotel, y explotaba sus aguas para la fabricación de jabones y sales. La construcción de piedra se situaba en el centro del núcleo urbano, con un modesto edificio de baños de planta baja.
El jabón sulfuroso, hecho a base de las aguas de los manantiales de Laxiña y Recarén, bajo la marca Torres de Oeste, alcanzó fama internacional. Las sales que comercializaban también tenían como base estas aguas medicinales. Estos productos recibieron premios en Londres, Roma y Buenos Aires.
A mediados de siglo Ricardo Dios López compró el conjunto, que fue agotando sus recursos hasta que cerró en 1970. El balneario tenía caducadas las licencias y, además, el caudal y la salubridad del agua ya no eran idóneos. Recientes estudios han constatado que este pequeño municipio a orillas de la desembocadura del río Ulla está asentado sobre manantiales ricos en aguas termales y probablemente medicinales. Concretamente, en el lugar de A Lomba, se localiza este manantial que emerge desde más de 130 metros de profundidad.