
La presa de Castrelo de Miño cerró sus compuertas en el año 1969 después de cinco años de obras. Este proyecto encontró una fuerte oposición popular y revueltas de los vecinos que fueron reprimidas y silenciadas y terminaron anegando uno de los valles más fértiles de Galicia.
Ocupa una superficie de 790 hectáreas con una capacidad máxima de almacenamiento de 60 h3.
La gran masa de agua que acumula el embalse contrasta con la morfología del cauce en el punto de salida donde el Miño conforma un estrecho cañón en un tramo de algo más de dos kilómetros hasta que se abre en la desembocadura del río Avia enlazando con el siguiente embalse, el último antes del Atlántico, de Frieira.
A pesar del desastre de la construcción de estas infraestructura para la comarca, la importante cantidad de agua embalsada ha permitido la creación de un nuevo ecosistema propicio para la práctica de deportes náuticos.