
Destaca por ser testigo de la historia, la de las familias que lo gobernaron, desde las más prestigiosas hasta las más modestas. También nos recuerda su pasado a través de sus dependencias: la granja, que forma parte de la valorización de la Ribère iniciada por la villa antigua; el molino comunal, privilegio de las casas aristocráticas, modernizado en la era industrial; la casa Sarraute, acaparada por su valor patrimonial y estratégico con respecto al recinto domanial. La historia del castillo es también la historia de sus tierras. Por lo que se sabe, algunas parcelas han permanecido siempre bajo su dominio. Aquí, una de ellas nos llama especialmente la atención. Se trata del casau de Menge, un recinto con implicaciones de poder, que más tarde se integrará en una propiedad más amplia denominada «Lanouguère», donde la viña ocupará un lugar preponderante.