Varias leyendas se asocian a este lugar, cuyo nombre no es muy atractivo: según algunos, los bandoleros solían robar a los mercaderes que regresaban de la feria en este lugar aislado. Según otros, los leprosos eran confinados en el Diablo y lavados en el baño serbio para evitar la contaminación del dispensario de l'Hôpital.