Cueva de las lavanderas

A lo largo del Tiretaine hay numerosas cuevas, algunas de ellas originadas por la actividad volcánica, como la grotte des laveuses. Algunas de estas cuevas se han utilizado con fines muy poco habituales.
El valle del Tiretaine, en Royat, ha inspirado a numerosos artistas, cuyos cuadros se conservan en el Museo de Arte Roger-Quilliot de Clermont-Ferrand. Los pintores han elegido a menudo representar el río, los molinos que lo bordean y la iglesia de Saint-Léger que lo domina (Charles Théodore Sauvageot, Léon Fleury, Paul Huet, Théodore Rousseau).

Charles Taylor y Justin Nodier, en el volumen dedicado a Auvernia de sus "Voyages pittoresques et romantiques dans l'ancienne France" (1829), describen la gruta de las lavanderas bajo el priorato de la iglesia de Saint-Léger. Se abre en la colada basáltica que entró en erupción en el Petit Puy de Dôme durante el Cuaternario. Bajo el flujo se formó una burbuja de vapor que quedó atrapada al enfriarse la lava. Al excavar en su lecho, la Tiretaine descubrió la cueva. La cueva tiene 30 metros de longitud, 10 metros de profundidad y 3,50 metros de altura. Hay siete manantiales. Al parecer, la cueva fue clasificada como "patrimonio nacional" en 1949, a petición del ayuntamiento local. Conserva los restos de un lavadero.

Hay otras cuevas a lo largo de la Tiretaine, entre las que destaca la cercana cueva de Siméoni. En ella se encuentra el manantial que alimentó la famosa fuente de Amboise, en Clermont, gracias a la obra del ingeniero florentino del siglo XVI Gabriel Siméoni. La famosa Grotte du Chien, cerca del viaducto ferroviario, debe su fama al dióxido de carbono que emite. El CO2 inodoro, más pesado que el aire, ocupa la parte inferior de la gruta y provoca la asfixia de los perros, como demostraron los guías a sus visitantes. El pobre animal fue sustituido entonces por una vela. La cueva está ahora cerrada al público.