
Enigmática y maciza construcción de color rosa, esta villa rodeada de un magnífico jardín tiene un aire vagamente árabe-andaluz. Se trata, en realidad, de una réplica de una fortaleza otomana situada en una isla del Bósforo. La villa perteneció a un rico estadounidense, que la mandó construir para dedicarse a su deporte favorito, el golf.