


Cerca del Hôtel du Moulin y del monumento a los caídos, obra del escultor Abbal, este lugar estaba dedicado a las curas uvales, muy de moda en los años 30.
Su forma de rotonda con paneles cortados y su estructura metálica revelan plenamente la arquitectura art déco. Los frescos que rodean las aberturas recuerdan a los del Hall de París, y los techos pintados por Domergue-Lagarde, en tonos atrevidos, celebran la excelencia de la uva Chasselas.