
El patio de armas es el corazón que distribuye todos los espacios del castillo. En Moeche, tradicionalmente se han ido interpretando los usos de cada recinto que vemos. Usos que se han ido confirmando con diferentes campañas arqueológicas.
Entrando desde la torre del homenaje a la izquierda, se situarían las estancias de la gente de armas; a la derecha, las de la servidumbre; enfrente, la cocina, en el actual centro de interpretación; y finalmente, donde están los aseos, las antiguas caballerizas. Los espacios nobles y de representación irían ocupando salas de la planta alta y de la torre del homenaje.
Pero más allá del castillo que vemos, existe otro que no vemos y que el patio también nos descubre, la fortaleza primitiva. Gracias a la colocación de piedras de diferente color, podemos ver en el suelo las huellas de la antigua torre y de la muralla de la fortificación destruida en la Guerra Irmandiña.
En 1467, estalló en el Reino de Galicia un furor popular contra la nobleza, cansados de soportar sus abusos. La Santa Irmandade se fue articulando para derrocar decenas de castillos como el de Moeche, y así se cuenta en documentos como el pleito Tabera-Fonseca.