Los veleros antiguos solían llevar una pequeña construcción en cubierta donde se instalaba la cocina; en los pailebotes solía encontrarse a popa del palo trinquete, aunque en el caso del Santa Eulàlia, iba a popa del palo mayor.
Se trataba de un espacio muy reducido, donde apenas se disponía de las mínimas comodidades para poder cocinar.
La puerta se abría hacia la proa, y así se conseguía que el empuje del viento la mantuviera siempre cerrada.
En el momento de la restauración del Santa Eulàlia, se tuvo que construir la caseta de la cocina y se optó por una construcción que reprodujera las características de las cocinas originales, pero de mayor tamaño, lo que permite trabajar más cómodamente.