Creado a finales del siglo XIX para albergar a los empleados de las fábricas de Péchiney y Solvay, Salin-de-Giraud tiene por tanto una arquitectura característica de las urbanizaciones de los trabajadores. Cada una de las dos empresas ha construido su ciudad, su infraestructura, recurriendo a una gran fuerza de trabajo extranjera, italiana, armenia o griega.