Este molino harinero, construido en 1775, era en 1858 el principal molino del país en capacidad de producción en su clase. Su sistema de molturación permitía obtener diversos tipos de harinas o sémolas con un alto grado de mecanización. Este elevado rendimiento productivo permitió abastecer de harina a Ferrol y comarca, así como exportar importantes excedentes, siendo el germen de una próspera revolución industrial en la comarca. Años más tarde este molino llegó a mover una fábrica de papel, una de tejidos y una de laminados de cobre.