



Desde los apacibles valles entre Ajain y Saint Laurent, el Creuse serpentea hasta Glénic, antes de precipitarse por las gargantas de los 3 lagos.
Para descubrir por el camino:
- El viaducto y el pueblo de Glénic: en Saint Fiel y Glénic, estas obras de ingeniería marcan el paisaje, testigos de la historia del ferrocarril y de la explotación del granito en la región desde hace más de un siglo.
El pueblo, encaramado en su promontorio rocoso, domina el valle del Creuse. Merece la pena visitarlo, sobre todo por su iglesia fortificada del siglo XI.
- Iglesia de Ajain: fortificada en Ajain, con una nave original en Saint Laurent, las iglesias románicas del Valle de Creuse combinan encanto y singularidad.
- Aeródromo de Saint Laurent
Cultural
Natural