El formidable El cajista (1933) inicia sus pasos artísticos de la mano de una absoluta moderna –´la dulce sombra`-, inmejorable madrina profesional, lo que equivale a ubicarse, de golpe y porrazo, en la misma modernidad.
De entre todos los cuadros conservados y localizados que se pueden introducir dentro de este período de Quirós, hemos de destacar a El cajista (1933) (donado por Domingo Lastra Santos y Mª Rosario Valdor) y L´infirmier des fous (c. 1933-1934) de la colección de José María Lafuente, por cuanto supuso la bisagra del antes tardocubista blanchardiano y del después metafísico lorquiano.
La presencia de Lorca y de La Barraca en Santander son fundamentales a la hora de explicar las causas de reafirmación de los cambios artísticos que se producen en la obra de Quirós. Entendemos que es Lorca quién va a introducir a Quirós en el mundo metafísico y surreal, en la etapa más importante y comprometida del artista cántabro, pero todavía en 1933 no se asiste a la nueva y gran ruptura. La obra de Quirós de 1933 manifiesta un lógico continuismo, pero con nuevos puntos de influencia y referencia. Sigue siendo un fiel blanchardiano, si bien se advierte una sustancial mejora técnica y conceptual, como se puede apreciar en el emblemático y fundamental óleo de estos momentos El cajista, que supone una novedad pictórica en el Santander de estos años, dentro de la más absoluta modernidad, quizás ya vanguardista. Cabe entender que Quirós todavía no ha compartido tertulias con Lorca, caudal informativo fundamental en el sorprendente Quirós que va a llegar. En esta misma línea blanchardiana cabe enmarcar otras obras como L´infirmier des fous presente en la muestra.