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2ª VISUALIZACIÓN: BARRIO DO BERBÉS

2ª VISUALIZACIÓN: BARRIO DO BERBÉS

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Del Evangelio según San Marcos (4, 35-41)

Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: «Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.
Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!».


Reflexión

Desde el barrio pesquero de El Berbés, íntimamente vinculado a la tradición del Cristo de la Buena Victoria, nos situamos frente al mar y a sus gentes.

Desde este mar muchos levaron anclas para buscar nuevos rumbos, conocer nuevas tierras, trabajar por su sustento. Ahora este mismo mar sigue siendo lugar de paso, travesía de peregrinación, camino de huida. El mar no nos separa, es lugar de encuentro, es camino de oportunidades, es hogar de esperanza.

En tiempos de tempestad, como los que estamos viviendo, al igual que los discípulos, nos damos cuenta de que vamos todos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente.

Jesús les preguntó a los discípulos ¿Por qué tenéis miedo? Hoy nos interpela a todos nosotros. En nuestro mundo, que Él ama más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, nos hemos sentido fuertes y autosuficientes nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante Sus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables pensando mantenernos sanos en un mundo enfermo. Y ahora en mares agitados, igual que los discípulos gritamos: “Señor, despierta”.

El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes, solos nos hundimos. Necesitamos al Señor, como los antiguos marineros las estrellas.

El Señor nos interpela y en medio de la tempestad, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar.

Desde esa solidaridad y conciencia, necesitamos, igual que las gentes del mar, tejer redes fuertes. Unas redes que representan nuestro deseo de ser comunidad acogedora, que da soporte y es red de apoyo para los más vulnerables.

Para que una red sea red y pueda cumplir su misión cada nudo es importante. Igual que la implicación y compromiso de cada uno de nosotros y nosotras es importante en la construcción del Reino.

Igual que el mar no se detiene, así también en nosotros el compromiso no se detiene y cada día es el sí a navegar, a salir, a decidirse por la vida.


Oración

Señor, te pedimos que tu luz ilumine y guie nuestra travesía igual que los faros orientan a los navegantes. Ayúdanos a ser también faros de esperanza para los demás.

Canto: “Pan de vida”

 

Información técnica

Actualizado el: 30/07/2020
Lat : 42.2378852Lng : -8.7288404

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